jueves, 3 de enero de 2013

Presentación del profe

Soy un hombre con suerte. Me tocó ser hijo de dos padres muy diferentes y he vivido a ambas orillas del Atlántico. En suma, soy hijo de la diferencia y amigo de la diversidad.

También como "animal académico" he pasado por varios territorios. Empecé periodismo y allí descubrí que mi vocación era ser hombre de letras (filólogo). Terminé Filología en la Complutense de Madrid, donde también hice una maestría en letras. Pero la curiosidad mató al gato y me vine a vivir a México y aquí seguí estudiando lengua y literatura pero con acento latinoamericano y completé una segunda maestría en la UDLA-P. Sin embargo, al principio, no fui profe de literatura, mi querencia natural entonces, sino de español para extranjeros, un área fascinante que ofrece el lujo de compartir aula, por ejemplo, con una canadiense, un australiano, dos gringos, una francesa, dos coreanas y tres nórdicos. ¿Se imaginan? La globalización hecha salón de clase y yo en el medio, disfrutando de una de mis pasiones más incontrolables: el cosmopolitismo, osea, la libertad de sentir que todos somos familia en el planeta, que todos somos de la misma patria.

Después de ser profesor de español para extranjeros en cuatro universidades mexicanas (se dice el pecado pero no el pecador, já) la paranoica gripe aviar y la nefasta guerra contra el narcotráfico tumbó el mercado de alumnos extranjeros. Tuve que reinventarme. Y me dediqué desde entonces a la innovación educativa y, particularmente a la enseñanza de habilidades de comunicación académica: lectura y escritura disciplinares. Inicié también mi carrera como investigador educativo, especializándome poco a poco en el uso educativo de cositas digitales (blogs, redes sociales, repositorios de acceso libre). Y me volví adicto al cambio, a la experimentación, a la innovación. Dice la Alicia del país de las maravillas que en un mundo en movimiento quien se queda en el mismo lugar retrocede. Y a mí, como buen chismoso, nunca me ha gustado quedarme fuera de la jugada. Estoy, además, convencido de las apasionantes posibilidades que ofrece la internet y la telefonía móvil para el conocimiento. Para saber más de todo eso me lancé a cursar dos doctorados en innovación educativa, uno en el Tec y otro en la Complutense. Y en ésas estoy ahora, avanzando en mis tesis.

Como profesor combino la mirada del docente con mi adicción a la escritura y mi gusto creciente por la investigación. Tres en uno. Son tres perspectivas que conviven en mis clases y, para ser honesto, habría que añadir una cuarta, la del niño, pues 8 años de docencia no han arruinado, todavía, la emoción ingenua que me produce aprender. Sí, aprender, pues el ejercicio de enseñar es, en términos matemáticos, directamente proporcional a las ganas de seguir aprendiendo. No nos hagamos. Como decía Sócrates, todos somos una bola de ignorantes y el camino del conocimiento no es sino la conciencia creciente del límite de lo que ya sabemos.

Dejo al margen, en la sección de mis "obrillas" algunas de mis publicaciones y trabajos de investigación. Para que los curiosos como yo puedan chismear agusto. 

 

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