viernes, 25 de octubre de 2013

La calificada!

Esta vez no pude paladear tanto como otras veces el trabajo de los alumnos. El retraso en el cierre del segundo parcial pone una presión añadida y mi agenda multitasking de docente y doctorando, la neta, no me deja muchos respiros. Así que tocó leer sin música ni gaitas, uno tras otro, como en las cadenas de montaje industrial ideadas por el Fordismo.

Y, la verdad, es que me siento muy agradecido. La docencia tiene muchos placeres pero sin duda uno de los más íntimos es ver los frutos de tu trabajo en el trabajo de otros. Imagino que también los jardineros, cuando ven crecer las plantas, deben sentir algo similar. Es justo por eso que Robinson compara la educación con el ancestral oficio de la agricultura:


He disfrutado, sobre todo, de tres cosas:

1. El progreso en la búsqueda de información especializada. Estos chicos son otros que los que empezaron el curso. Saltar del "rincón del vago" al trampolín de EBSCO, Redalyc y compañía es una evolución de alto impacto en su presente y futuro académico.
2. Los esfuerzos de muchos alumnos por hacer de la escritura no sólo un medio de reporte de información sino un arte de expresión. De hecho, en todos los grupos hay ejemplos de estilos de escritura ya trabajados, personales. Y para mí, sentir una escritura personal es como para un pintor sentir un matiz nuevo de color. O como para un glotón sentir un nuevo tipo de chocolate (ñam!).
3. Los momentos en que los alumnos comparten su mundo. Varios de ellos (si no me falla la memoria, cuatro) publican sus creaciones literarias. Otra chica nos regala sus fotos (inspiradoras, por cierto). En al menos dos blogs podemos asistir a conciertos en directo donde los alumnos son los protagonistas (como vocalistas o músicos). Hay viajes por todo el mundo (bueno, sobre todo por México y Europa). Hay música muy interesante. Hay traumas familiares, lecturas que cambiaron vidas, entrevistas. Es de una gran riqueza asomarse a ese mundo, la verdad. 
No sé... en general tengo la impresión de haberles compartido cosas que son valiosas para mí (el mundo de la ciencia, de la comunicación digital y de la escritura) y muchos alumnos se sintieron animados (algunos de ellos tal vez por primera vez en su vida) a explorar ese mundo. ¡Qué padre! De eso se trata.
Como sabor más amargo me llevo también la sensación de que esos "saltos" se han producido, en varios casos, bajo la presión que ejercí en las últimas dos semanas, con dos prórrogas en la fecha límite de por medio. He tenido que sudarlo. Sin esa estrategia algunos de esos avances no se habrían producido. Y habría sido más emocionante ser testigo de ello sin ese sobreesfuerzo, sintiendo que los alumnos avanzan a un ritmo constante y agradable, no de prisa y corre. Aunque, me temo, es el ritmo de los tiempos actuales. Un rayo que no cesa, como decía Aleixandre. 

Ahora vendrá la parte alienadora, la de las calificaciones. Habrá alguna frustración, alguna sensación de incomprensión flotando en el aire, también algún mal disimulado arranque de euforia o de vanidosa satisfacción. Nada nuevo bajo el sol, pues ese asunto de los numeritos siempre nos coloca en orillas distintas y nos hace sentir cosas extrañas. Y me toca jugar el papel de examinador, de juez, de dictaminador, o sea, el malo remalo de la película. En esta ocasión, además, me estará bien empleado, pues yo mismo he usado la "amenaza" de la calificación para motivar el trabajo de los alumnos. Así que, ahora, debo apechugar con las consecuencias de esa presión ejercida. Eso sí, insisto en lo de siempre, en lo que al menos a mí me ha funcionado desde hace años: la única calificación que vale la pena es la que uno mismo se da con el paso del tiempo. Y ni siquiera ésa.
Muchas gracias!!!! Espero poder ofrecerles un tercer parcial igual (o más) de provechoso.



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